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Intervención de la lectoescritura


            La intervención de la lectoescritura tiene que realizarse posteriormente a la evaluación, pues gracias a los datos obtenidos en esta se diseñara una intervención específica para el alumno evaluado, de modo que se trabajen los aspectos en los cuales presente dificultades. Las actividades propuestas a continuación constituyen un ejemplo de posibles actividades.
 
EVALUACIÓN DE LA LECTURA:

Existen cuatro procesos implicados en la lectura: procesos perceptivos, procesos léxicos, procesos sintácticos y procesos semánticos.

Procesos Perceptivos:

Cuando un alumno presenta problemas a nivel de control oculomotor se puede recurrir a Dis@nedu, que sirve de entrenamiento del musculo ocular. Para conocer más información acerca de Dis@nedu puedes consultar el siguiente enlace.

Para intervenir la discriminación visual se puede recurrir a diferentes webs, como por ejemplo a la web juegos educativos arcoíris, en las cuales hay muchas actividades para trabajar esta dificultad.

Cuando los alumnos tienen dificultades en para discriminar los signos lingüísticos, se deben proporcionar actividades que obliguen a analizar los rasgos distintivos de los signos lingüísticos, especialmente de aquellas letras o grupos silábicos que comparten muchos rasgos (visuales y auditivos) como b/d, m/n, pla/pal, bar/bra, etc. Algunas actividades podrían ser: 1) señalar las características semejantes y diferentes de pares de letras o grupos silábicos: b-d, p-q, u-n... 2) buscar una letra o grupo silábico en un fondo dado: p/ ppbbpbbpdd , pra/ par pra par pra qra 3) buscar una letra o un grupo silábico en palabras o pseudopalabras: bra/ cobra, brazo, borde…

Procesos léxicos:

Algunas actividades para la intervención en caso de que nos encontremos alumnos con dificultades en la ruta léxica son las siguientes:

1) Presentar simultáneamente dibujos con las palabras que los designan. Se presentan al alumnado las palabras asociadas con los dibujos, el objetivo es que memoricen las palabras y la asocien a sus dibujos. Después de varias sesiones de entrenamiento, el profesor presenta la palabra (sin el dibujo) y el alumno tiene que decir la palabra. Debemos comenzar por palabras frecuentes para el alumno. 

2) Diferenciar el significado de las palabras homófonas. Se debe presentar el par de palabras (por ejemplo “hola” y “ola”) con sus significados (y si es posible con dibujos) para que el alumnado descubra las diferencias y memorice ambas representaciones.

3) Método de lecturas repetidas. Esta actividad es especialmente interesante para los últimos cursos de educación primaria y secundaria obligatoria. Este método es especialmente útil cuando el alumnado no tiene automatizado los procesos de decodificación grafema-fonema. Para llevar a cabo una decodificación automática se requiere de una gran cantidad de práctica, y un modo de llevarla a cabo es mediante reiteradas lecturas de un mismo texto. El método implica que el alumno lea repetidamente un corto pasaje significativo de un texto hasta que alcance un nivel aceptable de fluidez lectora. Una vez que lo alcanza se repite el procedimiento con distintos tipos de textos. Algunas experiencias demuestran que la velocidad lectora del alumno aumenta de la primera a la tercera lectura de un mismo texto. 

Este método puede también emplearse usando listas de frases y palabras seleccionadas de un texto que deben leer repetidamente. El orden es aleatorio en cada ensayo y, el entrenamiento termina cuando el alumno ha conseguido una aceptable velocidad lectora. Después, se le presenta el texto que contiene esas mismas palabras que ya le resultan familiares y, por tanto, el reconocimiento de palabras será más fluido. 

Es necesario proceder con cautela en la aplicación de estas dos últimas estrategias, puesto que hay que hacer ver al alumnado con dificultades que el objetivo último de la lectura es la comprensión. La velocidad en la decodificación lo único que hace es contribuir a mejorar la eficiencia lectora, cuyos componentes son la comprensión y la velocidad. 

4) Supresión paulatina de palabras en párrafos. Una variante del método de lectura repetidas consiste en suprimir paulatinamente las palabras principales de los párrafos . Una vez que ha leído varias veces el texto, el alumnado debe completar, de memoria, los espacios en blanco con las palabras que faltan. 

5) Lectura modelada por el profesor. Esta actividad consiste en que el profesor lea una o varias veces el texto mientras el alumno sigue la lectura en silencio. De esta forma, el profesor aporta una visión global del mismo, proporciona conocimientos previos, destaca las palabras más difíciles y facilita que el alumno lo imite. 

6) Actividad conjunta de lectura y escritura. A través de esta actividad se relaciona la lectura y la escritura para el desarrollo de la ruta léxica. La actividad consiste en que el profesor escribe una de las palabras con las que el niño o niña tienen dificultades (mejor si es de ortografía arbitraria). El alumnado lee la palabra (si es necesario con ayuda del profesor). A continuación, el alumnado la escribe pronunciando al mismo tiempo las letras. Una vez escrita, la compara con la que ha escrito el profesor y si tiene algún error lo corrige. Después, la escribe de memoria y vuelve a comprobar si lo ha hecho de forma correcta.

En cuanto a la ruta fonológica, la recuperación es más compleja ya que los procesos implicados son tres (segmentación de la palabra en fonemas, conversión de los grafemas en fonemas y ensamblaje de los fonemas para formar las palabras). Por este triple proceso, la intervención ante las dificultades podría implicar dos tipos de actividades distintas. Numerosas investigaciones han demostrado la relación existente entre cierta capacidad de conocimiento fonológico y la adquisición de la lectura y la escritura. De hecho, para poder hacer uso de la ruta fonológica el alumno tiene que saber que el habla se segmenta en sonidos y que esos sonidos se pueden representar mediante letras. De manera que una de las tareas por las que se debe comenzar para el desarrollo de la ruta fonológica es la de segmentar el habla, o lo que se ha venido a denominar el desarrollo del conocimiento fonológico. Se recomiendan ejercicios de rimas, presentándole una palabra (por ejemplo “salón) para que diga otra que rime con ella (por ejemplo “balón”) o pronunciándole varios grupos de palabras (por ejemplo nube, sube, tuve) para que el niño descubra lo que tienen en común. 

Recomendamos que las tareas de conocimiento fonológico se adapten a las características del alumno para que estas no sean excesivamente fáciles ni difíciles y, además, es muy recomendable utilizar la escritura con letras de plástico, ordenador... como medio para componer palabras a las que añade, quita, cambia o recompone letras.

Respecto del aprendizaje de las reglas de transformación grafema-fonema, hay que señalar que esta es una tarea sumamente arbitraria, puesto que, como decíamos, no hay nada en las letras que indique cómo deben pronunciarse. Para el aprendizaje de estas reglas la estrategia más recomendable es ayudarse de claves que faciliten el establecimiento de algún vínculo entre las letras y los sonidos. Por ejemplo, enseñar la letra “j” a partir del dibujo de un “jamón” para que recuerde que esa letra se pronuncia /j/ porque tiene la forma del jamón. 

Uno de los procedimientos más reconocidos para la enseñanza de la asociación grafema-fonema son aquellos métodos o procedimientos que involucran dos o más modalidades sensoriales en la enseñanza de la lectura y la escritura. Se procura que los alumnos utilicen la vista, el oído, el movimiento y el tacto para asegurar la asociación grafema-fonema. Según estos métodos para reforzar la asociación entre el grafema “m” y el sonido /m/, el procedimiento podría ser el siguiente:

1) Presentamos el grafema y lo asociamos con una forma real a la que el grafema pueda semejarse. En nuestro caso la “m” tiene forma de montaña. (Ayuda visual).

2) Decimos el sonido /m/ y lo alargamos para identificarlo mejor. Este sonido coincide con el sonido inicial de /mmmmmontaña/ y buscamos otras palabras que comiencen o contengan el sonido /m/. (Ayuda auditiva).

3) Recorremos caminos en el suelo imitando la forma de “m” y dibujamos en el aire, en la pizarra, en un papel,… la letra “m” nombrando su sonido. (Ayuda kinestésica o de movimiento).

4) Identificamos o diferenciamos sólo por el tacto la forma de “m” de otras formas recortadas en cartón, madera, moldeada en plastilina, etc. (Ayuda táctil).

Otra actividad relacionada con el aprendizaje de la asociación grafema-fonema podría consistir en escribir dos palabras (con letras de plástico, madera, cartón…) que compartan alguna letra. El maestro las lee en voz alta para que el alumno se dé cuenta de que dos palabras que tienen letras comunes también tienen sonidos comunes. El maestro hace ver el sonido de esas letras y después el alumno copia la palabra en su cuaderno nombrando cada letra a medida que las va escribiendo. 

Procesos sintácticos:

Cuando el alumnado tiene dificultades a la hora de identificar los componentes sintácticos de la oración se le puede ayudar mediante la realización de las siguientes actividades:

1) Colorear de un color el sujeto de cada oración y de otro color el predicado y utilizando distintas estructuras de oración para que el alumno se dé cuenta de que el sujeto de la oración no tiene por qué ir siempre en primera posición.

2) Practicando con tareas de emparejamiento de dibujos con oraciones que tengan distintas estructuras sintácticas, insistiendo sobre todo en los tipos de oraciones que se han identificado como de especial dificultad. 

A través de ejercicios de completar los componentes de la oración que faltan: unas veces faltará el sujeto, otras el verbo, otras el objeto, otras las palabras funcionales, etc.

En el caso de que el alumnado tengan dificultades en automatizar el respeto de los signos de puntuación se hace necesario que el profesorado proporcione la ayuda necesaria a través de las siguientes actividades:

1) Presentar un párrafo corto con los grupos sintácticos exageradamente diferenciados mediante flecha, dibujos o aumento considerable del tamaño. El alumnado lo leerá con la ayuda visual necesaria hasta que logre automatizar el respeto de los signos que aparecen en el texto. A través de sucesivas presentaciones podríamos ir disminuyendo el nivel de ayuda visual, haciendo más pequeños los dibujos o sustituyendo los dibujos por signos de puntuación más grandes de lo habitual. Hasta que, finalmente, el alumnado respete los signos de puntuación sin ayuda especial.

2) Leer conjuntamente varias veces un texto, marcando muy bien los signos de puntuación, hasta que el alumnado realice una ejecución aceptable.

3) Presentarle sencillos textos bien puntuados para que los lea en voz alta y grabarle la lectura para que luego escuche y observe sus errores. 

Procesos semánticos:

La mayoría de los especialistas, consideran que la comprensión de un texto es el resultado de los conocimientos y habilidades que aporta el alumnado y las características del propio texto. Por tanto, la intervención del profesorado deberá ir dirigida tanto a las estrategias del propio lector como a la estructura del texto. 

Cuando el alumnado tiene dificultades en extraer el significado del texto, porque no son capaces de distinguir las ideas principales de las secundarias, la recuperación debe centrarse en enseñarles a identificar la importancia relativa que adquieren las distintas partes del texto y/o párrafo. El papel de mediación que debe realizar el profesorado es fundamental, puesto que será él quien proporcione ayudas verbales a través de la formulación de preguntas básicas que le ayuden a estructurar el texto: ¿Qué personajes intervienen?, ¿Dónde ocurrió?, ¿Qué sucedió inicialmente?, ¿Dónde transcurrió?... Esta actividad puede realizarse con un alumno, una alumna o en grupo reducido, pero sin duda adquiere un especial valor didáctico cuando se lleva a cabo con el grupo-clase, Esta actividad debe realizarse con todos los tipos de textos: narrativos, expositivos, periodísticos...

En otras ocasiones, el alumnado tiene dificultades en integrar en su memoria lo que va leyendo. Las razones fundamentales son dos. Una depende del propio texto, que no aporta mucha información sobre el contenido. Y otra depende del sujeto, porque no dispone de los conocimientos previos necesarios para una buena comprensión. Para compensar estas dificultades, vamos a sugerir algunas actividades: 

1) Cuando la información previa es escasa, es necesario activar o aportar conocimientos que sirvan para sustentar la nueva información. Por ejemplo, explicar globalmente de qué trata el texto para que puedan relacionarlo con su experiencia previa, leer el título y comentar lo que el alumnado sabe sobre el tema, explicar palabras o frases clave, observar los dibujos o gráficos y comentar lo que representan, buscar información previa en textos o libros más sencillos. En definitiva, se trata de partir de una situación en la que se construyan esquemas de conocimientos básicos sobre los que se asienten y fijen los conocimientos nuevos que se le pide al alumnado que adquiera. 

Hay alumnado con dificultades de comprensión que se enfrentan a la lectura como si se tratase de una tarea en la que tienen que retener de una forma lineal la mayor cantidad posible de datos. De tal forma que, mientras leen, buscan hechos y datos frecuentemente triviales. El resultado final es un conglomerado de información sin coherencia lógica y donde abundan los detalles poco relevantes. De esta forma ponen de manifiesto un recuerdo poco consistente, inarticulado y con dificultades a la hora de resumir y de identificar la estructura o macroestructura del texto.

Una de las actividades consistirá en hacer ver al alumnado la macroestructura de los textos que serán diferentes dependiendo del tipo de texto de que se trate. Las clasificaciones de los tipos de textos han sido variadas, pero lo que ha conseguido mayor aprobación entre los especialista es aquella que afirma que podemos distinguir básicamente tres tipos: narrativos, descriptivos y expositivos. 

En el caso de los textos narrativos, algunas cuestiones que ayudarán a identificar la estructura de los mismos serán las siguientes: ¿Dónde ocurrió?, ¿Cuándo?, ¿Quién es el personaje o protagonista principal?, ¿Qué ocurrió primero?, ¿Qué hizo el personaje principal?, ¿Cómo se sintió?, ¿Cómo termina la historia?. La interiorización de esta estructura facilitará tanto el recuerdo y la comprensión lectora como la composición escrita. 

En el caso de los textos expositivos, la complejidad es bastante mayor. Meyer (1984) clasifica los textos en cinco tipos (problema/solución, causalidad, descripción, comparación y colección) lo cual constituye un número reducido y manejable para que los alumnos puedan identificar la estructura con ayuda del profesorado

El proceso más complejo que el alumnado tiene que realizar para una completa comprensión del texto, es hacer deducciones y comprender lo que está implícito en el mismo. Muchos alumnos y alumnas consiguen realizar estas inferencias puesto que van a depender, básicamente, de los conocimientos previos que tienen sobre el tema. Por el contrario, otros necesitarán estrategias concretas que le ayuden a obtener una información que, en principio, no aparece en el texto pero que, implícitamente, forma parte del mismo y facilita su comprensión. Algunas de las actividades que se pueden realizar son las siguientes:

1) Hacer consciente al alumnado de que el objetivo de la lectura es obtener información y de que es necesario utilizar lo que ya sabe para comprenderlo.

2) Formular preguntas sobre el texto que no estén explícitas en el mismo y hacer que él formule también otras.

3) Localizar en el texto las acciones sobre las que es necesario hacer inferencias, explicándoles que deben completar la información que no está en el texto y que deben deducir. La lectura de poesías suele ser una buena actividad para realizar inferencias. Se puede comenzar la actividad leyendo un párrafo en voz alta para que el alumnado escuche atento la información que falta. Una vez leído se le formulan diversas preguntas de inferencias y se le pide que nos diga qué ha tenido que adivinar o deducir para contestarlas.

4) Hacer predicciones sobre el texto, es decir, ser capaces de anticipar lo que va a suceder mientras que están leyendo. Se les puede pedir que cuenten lo que piensan que va a suceder y el porqué de sus respuestas. 

5) Buscar preguntas posibles, que no aparezcan en el texto, y que pudieran formar parte de las cuestiones de un examen. 

LA ESCRITURA:

En relación con la escritura la mayoría de los investigadores coinciden en señalar que existen cuatro procesos implicados en la escritura: planificación del mensaje, construcción de las estructuras sintácticas, selección de palabras y procesos motores. Cada uno de ellos está compuesto por distintos subprocesos.

Procesos de planificación del mensaje:

La intervención educativa dependerá de la dificultad. Si lo que falla en el alumnado es que no posee información sobre el tema, es necesario proporcionársela. Por ejemplo, antes de pedirle que realice una redacción sobre un determinado tema, es necesario activar sus conocimientos previos y aportarle nueva información que le permita ampliar la que posee.

Si el problema se produce en la organización de los conocimientos, debemos ayudarle verbalmente a estructurar la información utilizando expresiones como: "¿qué podemos poner primero?", "entonces", " a partir de ese momento...", "¿qué quieres destacar?". Con la práctica irá interiorizando esta ayuda y produciendo mensajes autónomamente.

Otra actividad que ayuda a organizar la información, es pedirle que escriba oraciones en trozos de papel y, después, pedirle que ordene las oraciones. Al final, debe formar una historia coherente uniendo los trozos. Si las dificultades en la estructuración u organización de la información son muy acusadas, se puede partir de dos o tres viñetas, contar lo que ocurre en cada una de ellas y ensamblar las mismas formando una sencilla historia.

Procesos sintácticos:

Las actividades de recuperación con alumnos que tienen dificultades en estos procesos deben ser similares a las utilizadas en la evaluación. La diferencia estriba en que, en este caso, el profesorado proporciona la ayuda que se necesite. 

Cuando un alumno tiene dificultades en la escritura de oraciones con una estructura gramaticalmente correcta, se puede partir de formar oralmente oraciones simples (sujeto+verbo+complemento) y pedirle que la escriba separando adecuadamente las palabras, para lo cual es bastante eficaz que tome conciencia del número de palabras que compone la oración. 

También es recomendable completar oraciones con palabras funcionales (al, a, quien, el,…), puesto que una alteración en estas palabras pueden cambiar el significado del mensaje. Por ejemplo, ante el dibujo de un ratón persiguiendo a un gato, se le puede pedir que complete las siguientes oraciones:

El ratón persigue al gato.
___ ratón persigue ___ gato.
Quien persigue ___ gato es ___ ratón.
Es __ gato___ quien persigue ___ ratón.

Podemos hacer más compleja la actividad si dejamos en blanco palabras funcionales, sustantivos y verbos de acción. En nuestro ejemplo: 

El _________ persigue al ________.
Es el ___________ quien __________ al ___________.
El que ___________ al __________ es el __________.
Quien persigue ____ ____________ es ____ ____________.

Procesos léxicos o de recuperación de palabras:

La intervención ante las dificultades en los procesos de recuperación de palabras dependerá del proceso o subproceso en el que se encuentren dificultades. 

En el caso de la ruta fonológica, si lo que falla son los mecanismos de conversión fonema-grafema, el sistema de recuperación es similar al expuesto en el caso de la lectura. Es decir, enseñar el sonido de las letras. Por otro lado, si lo que falla es la secuencia fonética es conveniente realizar entrenamiento con actividades de conciencia fonológica, tanto en tareas de análisis (deletreo, omisión, identificación, etc.), como de síntesis (unión y adición o recodificación). 

Como hemos dichos, los errores ortográficos se deben, básicamente, a que el alumnado carece de la representación visual de las palabras. Por tanto, la base de la intervención es la prevención de dificultades, disponiendo al alumno, el mayor número de veces posibles, frente a las palabras de dificultad ortográfica. Esto es, reforzar la memoria visual de las palabras susceptibles de incorrección ortográfica. Para realizar esta intervención preventiva es recomendable utilizar un proceso de enseñanza de la ortografía que evite a los alumnos “adivinar” si la palabra se escribe con “b”, con “v”, con “h” o sin ella, etc., puesto que una vez que el alumnado ve la palabra mal escrita, queda una huella en su memoria que resulta difícil de borrar. Entendemos que la mejor forma de enseñar la ortografía en el aula, y de recuperar a los alumnos con estas dificultades, es dedicar un tiempo determinado a esta tarea. Esta dificultad se trabajaría siguiendo el siguiente procedimiento:

1. Determinar qué regla, reglas o palabras van a trabajarse.

2. En carteles, anotar un repertorio de palabras que cumplan la regla. Hacerle ver este hecho a los alumnos. No se trata de aprenderla de memoria, sino que se debe deducir del conjunto de las palabras.

3. Una vez leídas las palabras, pedir a los alumnos que memoricen el mayor número de palabras posibles. (Procurar "verlas mentalmente” para reforzar su memoria ortográfica).

4. Aclaramos el significado de las palabras que no entiendan.

5. Se forman oralmente frases con dichas palabras.

6. Se dictan las palabras. (El cartel está presente y sirve da ayuda al alumno).

7. Se escriben algunas frases de las inventadas por los alumnos en la que se incluyan dichas palabras.

8. Se dicen y se escriben otras palabras que no aparecen en el repertorio inicial (el objetivo es generalizar el aprendizaje). El maestro hace ver cómo se cumple la regla estudiada.

9. El maestro u otro alumno escribe en la pizarra palabras o frases mientras los demás alumnos comprueban y/o corrigen lo escrito.

10. El maestro dicta palabras y frases con la regla, sin ayuda de carteles: 

1º Palabras del repertorio que ya han escrito antes.
2º Palabras nuevas.
3º Frases con palabras del repertorio.
4º Frases con palabras nuevas y pseudopalabras.

11. Repasar la regla y las palabras en la siguiente sesión de aprendizaje ortográfico.

12. Aprovechar algunas de las actividades habituales del aula (Lecturas, composiciones, etc.) para recordar la regla, identificar o buscar palabras que la cumplen, subrayar palabras que se hayan trabajado ortográficamente, etc. 

Procesos motores:

Las actividades de recuperación de los procesos motores estarán determinadas por las dificultades encontradas. Así, para enseñar inicialmente o recuperar los alógrafos correctos, es conveniente introducir de un solo tipo, habitualmente las minúsculas, para ir, poco a poco, añadiendo las mayúsculas en determinados momentos y en palabras que el alumno domine.

Para la reeducación de los patrones puramente motores en la escritura de las letras y palabras, debemos hacer ver al alumnado la direccionalidad que deben seguir tanto de las letras como de los enlaces para formar las palabras. La automatización podrá conseguirse a través de la repetición de los movimientos adecuados. El uso de caligrafías no suele ser muy eficaz si no va acompañada de instrucciones explícitas sobre la direccionalidad, proporcionalidad, enlaces, etc.

En todo caso, la tradicional práctica de la caligrafía puede provocar automatizaciones erróneas en la forma de realizar la grafía y los enlaces, difícilmente de corregir cuando el alumno ha escrito una y otra vez con esos patrones motores.

Una vez explicada como podría realizarse una intervención en la lectura y en la escritura no nos podemos olvidar que el alumnado puede presentar dificultades en otros procesos (memoria, flexibilidad cognitiva…) los cuales han de ser tenidos en cuenta en la evaluación, y en caso de ser deficitarios deberán ser intervenidos.

Para intervenir la memoria podéis consultar la web chulo juegos en el siguiente dónde encontrareis muchos juegos para trabajar la memoria.

Para trabajar la flexibilidad cognitiva podemos realizar actividades como la propuesta para la evaluación o simplemente presentarle al alumnado un texto ilegible, en el cual se le obligue a cambiar de la ruta visual a la ruta fonológica y viceversa.